Una costumbre
relacionada con la boda y que demuestra la importancia social de ésta, son los esquilazos. Se hacen esquilazos
aquel viudo o viuda que se casaba en segundas nupcias . Durante varios noches
antes de la boda los vecinos del pueblo se congregaban haciendo sonar las esquilas u otros objetos con los que hacer
ruido: latas, cacerolas, coberteras, pucheros.
En Castiliscar,
dicen, que comenzaban la noche misma de las amonestaciones hasta el día de la
boda que se “ aún se gritaba más” : metían bulla y se reunían en los distintos
puntos del pueblo donde tocaba el
pregonero.
Hay que hacer
aquí una anotación referente a que muchas de estas bodas se llevaban a cabo sin
que la gente se enterara.
En cada punto se
cantaba la coplilla habitual con el nombre de los contrayentes. Esta es una de
las últimas que se cantaron en Sos.
Los esquilazos
son otra forma clara de muestra de censura popular en la que se criticaba al
viudo/a por no respetar una norma social.
El tema del “casamiento” era especialmente velado
por los mozos, pues les iba en ello la posibilidad de emparejarse y casarse,
por eso existía en algún pueblo la costumbre de pagar un convite “ la manta” a
todo forastero que entablaba relaciones con una del pueblo.